Salvatierra, Guanajuato. – La voz de la denuncia ciudadana en Salvatierra ha sido silenciada de manera brutal. José Guadalupe Casas Rodríguez, conocido afectuosamente como “Don Nico”, falleció la noche del viernes 10 de octubre, tres días después de ser víctima de un ataque a balazos que segó su vida y dejó un profundo vacío en la comunidad de Urireo.
“Don Nico” no era un político, ni un funcionario; era un ciudadano comprometido cuya plataforma, sorprendentemente, era la página de Facebook de su negocio, “Helados Nico”. Desde allí, con la valentía de un líder vecinal, exponía las deficiencias en vialidades y urgía a las autoridades a cumplir con su deber. Una labor que, según la línea de investigación más fuerte, podría haberle costado la vida.
La fatídica agresión ocurrió el martes 7 de octubre. Mientras transmitía en vivo, dos individuos a bordo de una motocicleta abrieron fuego contra él. En un acto desgarrador de amor y despedida, Casas Rodríguez logró realizar una llamada a su esposa. Sus últimas palabras, un eco de amor incondicional y desesperación, resuenan hoy en Salvatierra: “Te amo, ya me mataron, corazón… cuida a mis hijos…, me estoy muriendo…
“Tras el atentado, “Don Nico” fue trasladado a un hospital, donde luchó por su vida hasta el pasado viernes. Su fallecimiento ha provocado una ola de indignación y tristeza.
El Gobierno Municipal de Salvatierra, a través de su alcalde José Daniel Sámano Jiménez, ha prometido que el crimen no quedará en la impunidad. En un comunicado oficial, la administración local reiteró su “profundo pesar” y aseguró que se está investigando el caso bajo dos posibles móviles: el activismo cívico de “Don Nico” o una línea de investigación de carácter general. Actualmente, las autoridades revisan cámaras y recaban pruebas, pero hasta el momento, no hay detenidos.
El compromiso del alcalde de “trabajar por la paz y la seguridad” contrasta con el clima de consternación que vive la comunidad, donde “Don Nico” era un referente de participación activa. Su trágico final subraya el riesgo al que se exponen quienes se atreven a levantar la voz en defensa de los derechos de su comunidad, dejando a su familia y a todo Salvatierra a la espera de una justicia que, de llegar, no podrá devolver la vida a su valiente denunciante.
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